Cuando vi que tenía la posibilidad de viajar a un país como Vietnam y recorrerlo como lo hicimos, de la forma en la que lo hicimos, haciendo yoga en sitios brutales, recorriendo en moto medio Vietnam con los easy riders, visitando zonas rurales, etnias, playas, ciudades, paisajes de ensueño… No lo dude ni un segundo en apuntarme.

¡Todo! ¡Todo! ¡¡¡En un mismo viaje!!! Para volverse loco. Loco, pero de pasión, del disfrute y de gozar de algo más que unas vacaciones, una experiencia vital y fascinante.

Gracias al yoga de Apasho yoga y a mi ángel de luz Mónica, el alma mater de Apasho, más que una amiga, más que una compañera, más que alguien a quien adoro y que quede entre nosotros, admiro y valoro casi con devoción absoluta. Esta mujer y su forma de entender la vida, de afrontarla, de hacerte sentirla y de hacer que cada día, cada momento, cada segundo, estés en el aquí y ahora. Ni un poco más allá ni un poco más aquí. Justo donde toca estar. Siempre haciéndote ver que el yoga va más allá de una asana y que el yoga es una forma de entender la vida y de filosofía de vida a seguir.

Mi viaje a Vietnam, aparte de volver a hacer que me reencontrara con Mónica, hizo que me reencontrara conmigo mismo y con esa parte de mí que estaba desconectada y que tanto necesitaba para volver a estar donde nunca debí de haber dejado de estar. En el aquí y en el ahora donde todo, es perfecto y viajar con Apasho es lo más parecido a estar así las 24h del día. Mil gracias de nuevo por hacerme sentir así. GRACIAS GRACIAS!

Jose