Ya me he confesado con Mónica. Me pongo a escribir y me doy cuenta de lo difícil que me resulta explicar o resumir el viaje a Vietnam. Al contárselo a la gente me doy cuenta de quizás, más que lo que yo digo, se trata de ver a través de sus ojos el Vietnam que les atrae. O al menos, es lo que observo al hablar con mis amigos y contarles qué tal ese viaje que tanto me emocionado, en el que tanto me he reído, compartido y… ¡vivido!

Los más aventureros se quedan con el viaje en moto, con esa libertad de sentir el aire y la lluvia en la cara mientras te llevan y te dejas llevar (¡y lo fácil que es con los buenos conductores que son!), con los deslizamientos por las dunas sobre una plancha metálica, descendiendo en quad o el no saber dónde vas a dormir cada día, reorganizar el viaje según las condiciones metereológicas con las distintas sorpresas y aventuras en cascadas, lagos, carreteras, bosques de bambú, con el comer en mercados locales…

Otros se quedan con las imágenes que les describo de paisajes agrestes, de verdor, de pueblos pequeños por el camino, del contraste entre las ciudades caóticas como Ho Chi Minh City y sitios tan preciosos y especiales como Hoi An o Sapa, de los arrozales, de los bueyes por el camino, de los vietnamitas niños, adultos, ancianos…

Están también los que me preguntan por ese café vietnamita rico, rico del que vengo enamorada, por los zumos de frutas que he probado, por el qué me parece esa agua de coco, el zumo de caña de azúcar, la phô bo (¡qué bien probarla!), los noodles, por la cena en Sapa que nos zampamos en casa de nuestra guía (esos rollitos vegetarianos, el tofu y… ¡¡¡ese happy water!!)

Mis compañeras de yoga me preguntan por las clases y alucinan con la profesionalidad y seriedad con la que Mónica las impartía y también con su flexibilidad (es ying y yang), con su disponibilidad, con la de cosas distintas que practicamos y que nos enseñó (vinyasa, hatha yoga, yin yoga, meditaciones, pranayamas…) Todo eso y mucho más es Mónica como profe de yoga. Como coordinadora, lo puedo resumir diciendo que lo hizo todo facilísimo y muy fluido. Y resumir todo lo que nos pasó e hicimos en estas dos palabras ya lo dice todo, ¿verdad?

Y yo me acuerdo de todo eso y de mucho más. De esas cervezas compartidas, de las risas, los abrazos, los easy riders (¡y pensar que en un primer momento dudé si apuntarme por los días de viaje en moto! ¡Qué gran acierto ir y disfrutarlos). De mis compañeros (hoy amigos) de viaje. De los viajes locos en la furgo. De la música que oíamos. De las hamacas en las que descansábamos por el camino. De las partidas de cartas. De las sesiones de fotos. De los baños en piscinas, lagos y cascadas. De los silencios. Del karaoke. De una puesta de sol especial viajando sobre la moto. De la sensación de disfrutar de todos y cada uno de los momentos.

Muchas gracias Apasho yoga y compañeros de viaje por hacer de Vietnam un lugar tan especial.

Dolo