Soy de aquellas personas que cree que el universo te va poniendo en tu camino las personas, las experiencias, los lugares, los problemas…necesarios para tu evolución y que nuestro único papel en todo esto es aceptarlo o resistirnos.

Por todo ello conocí a Mónica y a Apasho Yoga a partir de una amiga que tenemos en común. Hubo varias razones por las que decidí hacer este viaje con ella: por las maravillosas referencias que tenía sobre ella; porque quería aprender más sobre yoga (acababa de empezar y había algo que me atraía mucho de él aunque no todavía no sabía el qué) y porque un país como India me daba el suficiente respeto/miedo como para no atreverme a lanzarme sola al vacío.

Eso es lo que esperaba…pero India y Mónica me regalaron muchísimo más.

Gracias a Mónica empecé a entender de qué iba esto del yoga (por qué me hacía sentir lo que me hacía sentir). Y lo aprendí de todas las maneras posibles: en la práctica (en cada clase que tuvimos con ella y que fue un verdadero ejercicio de amor y de consciencia) y en cada conversación.

Compartirmos muchos días juntas y en todos ellos estuvo dispuesta a ayudarte en todo aquello que necesitaras siempre con una gran sonrisa y una energía increíble. Supo sacar lo divertido de situaciones y personas que llevadas de cualquier otra manera hubieran dificultado muchísimo el viaje y la convivencia. Admiro mucho esa capacidad tan suya para darle la vuelta y sacar lo mejor de cualquier momento y persona.

Y, además, conoce y es un apasionada de India y de Asia y eso te lo transmite todos los días.

Adoro a Mónica y me dio muchísimo más en este viaje de lo que habría imaginado así que si estás pensando en ir a Asia vete con ella!

Todo lo bueno de la vida nace de un salto al vacío 😉

Gracias Mónica y Apasho Yoga por darme tanto

Tatiana