Hace ya cuatro meses que regresé de India y no pasa un día en que alguno de los momentos allí vividos vuelvan a mí. Las calles de Delhi, el slum, los tuktuks y sus tuktukeros, esa increíble clase de yoga frente al Taj Mahal, el Golden Temple de Amritsar, la vista de los Himalayas desde Dharmsala, los templos de Rishikesh, el baño en el Ganges tras el festival del Holi, la música de Emma y Rahul, toda esa gente maravillosa que conocimos en nuestro camino… y todos esos deliciosos (y picantes!) platos cada día.
Pero lo mejor de todos esos momentos ha sido disfrutarlos y compartirlos con mis compañeros de viaje y de la mano de Mónica y Emma. Sus abrazos, sus palabras y las emociones que despertaron en mí, en nosotros, siguen aquí presentes.
Este viaje también ha cambiado un poquito de mí. Un viaje inolvidable, con gente inolvidable.