El yoga llegó hace tiempo a mi vida, me encantaban los asanas, bailes y relajaciones, pero ha sido a partir de este viaje donde he sentido todo su significado, haciendo que mi pasión sea aún mayor.
Hacer yoga en lugares tan mágicos, místicos y con tanta energía, es un regalo que difícilmente se puede conseguir en otro lugar. Sentir la belleza del Taj Mahal en Agra, la compasión en un templo Jainista en Delhi, la iluminación de un gran yogui llamado Surinder en Rishikesh, la generosidad en el Golden Temple de Amritsat y la sabiduría del budismo en Dharamsala, créanme que es algo memorable.
Y qué decir de mi amiga Mónica, nuestra coordi. Me siento afortunado de haber podido compartir con ella muchos momentos de charlas muy interesantes y enriquecedoras. Una gran conocedora de la India, de sus gentes y su cultura, gran profesional del yoga, y sobre todo gran profesional de la vida. Sigue así Moni.
Om mani padme hum