Es un lujo viajar con Mónica, además de sus prácticas de yoga, conoce perfectamente el lugar, y te abre los ojos y el corazón a otras cosas… las frutas, las semillas, las gentes y sus costumbres, todo lo abrazable de este país del que vuelvo enamorada.
Me ha encantado hacer los 5000 escalones de Adam’s peak a pesar del sufrimiento. La comida picante es buenísima, la gente es preciosa…
Me quedo varada en la playa de Tangalle como una ballena… ¡¡¡Quiero volver!!!!