Fui al viaje sin hacerme muchas expectativas, ya que mi elección inicial fue la India. Cuando vi que Sri Lanka era la opción disponible para agosto, tampoco me lo pensé mucho: parecía una alternativa prometedora: un trocito de tierra de 65,610 km2 donde habían convergido múltiples civilizaciones, religiones y culturas. Además, no llevaba mucho tiempo abierta al mundo, por sus recientes conflictos lo que la hacía más atractiva. De hecho no me ha defraudado, ya que es un país que tiene mucho que ofrecer: paisajes de alta montaña, playas paradisiacas, animalejos inéditos y si te abres a los cingaleses, te llevaras en la mochila un saquito de su buena energía.

El combinar la experiencia con Apasho Yoga me ha ayudado a ser más consciente del estado de mi cuerpo físico y mi respiración, “detallitos” que aunque son básicos para el bienestar de cada uno de nosotros, solemos olvidar con la aceleración de nuestra rutina diaria. También he podido conocer a gente muy auténtica y que igual que el país, me han aportado muchos ratos divertidos y de aprendizaje que sin duda perduraran para siempre. Namaste Apasho Yoga

Elisa